El libro de Rachel, Martín Amis

el_libro_de_rachel_-_martin_amisEl libro de Rachel no es una novedad editorial, de hecho, es la primera novela que publicó Martin Amis y hace ya treinta y seis años de esto. Fue un debut célebre y ganó algún premio importante. Sin embargo, se me ha cruzado en el camino y me ha gustado así que la comento. Tiene un componente tan estrictamente desagradable como atractivo, que es el cinismo del protagonista y su atracción por la suciedad y lo residual. Esto lo mezcla con momentos de erotismo cotidiano. Y a la vez tiene la capacidad de plantear un tema grande como es la vivencia de un amor, en este caso el primero, y la perspectiva suficiente como para reflejar la facilidad con la que en la juventud o quizá en muchos casos durante toda la vida no somos capaces o no nos interesa siquiera mostrarnos como somos. Y las relaciones que mantenemos desde esa actitud son un castillo en el aire que como tal puede desplomarse fácilmente pero resulta también especialmente encantador.

El protagonista, Charles Highway, es un joven británico que cuenta lo que le ocurre los últimos meses que pasan antes de cumplir los veinte años, fecha que para él resulta clave porque es la edad en la que debe acceder a la universidad o no y es una fecha simbólica para él de paso a la madurez. Es un erudito, calculador, asmático y en ocasiones repugnante que escribe, lee y bebe generosamente y en cuyo camino se cruza una princesa que se llama Rachel. La novela empieza así:

Me llamo Charles Highway, aunque si pudiesen echarme una ojeada seguro que jamás se lo imaginarían. Es un apellido enérgico, viajado, cipotudo, y por mi aspecto nadie deduciría ninguna de esas cualidades. Empezando porque levo gafas, y las llevo desde los nueve años. Y porque mi figura de estatura mediana, desprovista de culo y de cintura, con una caja torácica ondulada y piernas estevadas borra todo indicio de aplomo. […] Pero sí poseo una de esas voces cachondas que ahora están de moda, esas que acostumbran a tener un irónico gangueo y que resultan excelentes para inquietar a los mayores. Y supongo que, además, mi rostro tiene expresioenes extrañamente amedrentadoras. Es anguloso, pero delicado; nariz larga y delgada, labios anchos y delgados…, y unos ojos: con pestañas exuberantes, ocre oscuro salpicado de motitas siena tostada… Ay, qué pobres resultan las palabras.

El dato más importante, sin embargo, es que tengo diecinueve años de edad, y que mañana cumplo los veinte.

Los veinte son, naturalmente la frontera decisiva. Los dieciséis, dieciocho, veintiuno no son más que mojones arbitrarios que sólo te permiten ser detenido por evasión de impuestos, contraer matrimonio, ser sodomizado, ejecutado, y así sucesivamente: cosas exteriores…

Deja un comentario